Una de esas noches me confesó que le gustaba las chicas y que acababa de terminar una relación corta pero intensa con una chica de su edad, 25 años. Aquello me dio alas para poder intentarlo… tal vez morbo.
Cierta noche, en un cumpleaños y tras tomar varias copas, me vi diciéndole que la vería en el after hour al que iríamos después, y la hice un guiño que ella entendió de inmediato.
En el after y aunque ella iba acompañada de un chico con el que se había liado esa noche, no dejó escapar la ocasión. Me pidió que la acompañara al servicio pero ya por el camino comenzó a besarme como una loca… apoyándome contra una pared mientras pegaba su cuerpo al mío. Pero su acompañante no estaba por la labor de perder el tiempo y poco después se la llevaba… quién sabía dónde.
Esa misma tarde, horas después nos volvimos a encontrar en el trabajo y yo apenas era capaz de mirarla a los ojos sin que un cosquilleo naciera en mi estómago. Pero ella me buscaba la mirada, el roce… cualquier cosa para que recordara que estaba allí. Esa noche yo cerraba el local sola y pocas veces alguien más se esperaba, en esta ocasión alguien lo hizo disimulando que fumaba un cigarrillo… Lucia. Entré al vestuario a cambiarme, siempre me gusto lavarme la cara para eliminar la suciedad que sentía. Esta vez hice lo mismo y oí como entraba al vestuario y se pegaba a mi espalda.
– ¿Estás cansada? Hoy ha sido un día duro – masajeaba mi espalda con delicadeza.
– Si ha sido una tarde muy larga – conteste intentando parecer indiferente, pero empezaba a sentir cierto calor en mis partes bajas, que yo conocía muy bien.
Ella me besó el cuello con cuidado mientras su mano derecha bajaba por la parte delantera de mi cuerpo y se introducía bajo mi falda, yo intentaba ahogar el gemido que quería brotar de mí garganta. Su mano experta separó un poco mis piernas para llegar a lo que tanto ansiaba… mi clítoris, mi punto débil, lo que a mí me volvía loca. Yo, ya estaba muy húmeda y no me resistí a disfrutar aunque fuera mi primera vez con una mujer.
2ª parte
Me intenté girar para estar frente a ella pero no me lo permitió, me desabrochó la falda y me bajó la ropa, después me apoyó contra el lavabo y me abrió las piernas para llegar mejor todavía a mi clítoris que acariciaba como una experta.
Ella se desnudó y se apoyó contra mí para no dejarme mover y noté su cuerpo firme y sus pechos con sus pezones duros rozar mi espalda. No dejo de jugar con mi clítoris haciendo que me excite más y más, comencé a gemir sin poder remediarlo. Me sentía morir allí de placer. De pronto paró y me dejó girarme hacia ella… era tan guapa... pero yo sólo quería que terminase lo que había comenzado.
Me tumbó en el duro suelo y ella se tumbó sobre mí, frotamos nuestros cuerpos, nuestros clítoris se rozaban el uno contra el otro y nos mojábamos la una a la otra con nuestro gozo… Bajo para lamerlo con fuerza, con destreza hasta que grité de placer corriéndose en su boca. Después me tocó a mí que me deje guiar por mi instinto y la hice gozar como nunca haré a una mujer.
De eso han pasado diez años y nos separamos tan sólo hace cuatro porque a mí me faltaba algo que ella no me podía dar por mucho que me hiciera disfrutar… le faltaba una polla, o tal vez el ser yo valiente y aceptar que soy lesbiana y tenia una pareja que donde mejor nos entendimos durante ocho años fue en la cama y el sexo, tan sublime a su lado..
Os contaría más cosas de mi historia con Lucía, pero ahora sólo me queda el recuerdo. Me voy porque tengo a mi marido esperándome en la cama… algo olvidado porque nunca será lo mismo.