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Comida a Domicilio Gay ; ) sexo gay

Escrito por Armando Duro | 29-abr-2023 17:58:37
COMIDA A DOMICILIO GAY. ANÓNIMO.ESPAÑA.GAYS.
Hola chicos, soy un tío normal, mido 1,80, soy rubio, con ojos azules enmarcados en unas gafas redondeadas y barba también rubia, y me consideran un osete de 27 años muy mono, o eso me dijo Marc. Tengo un aspecto bastante amable, una medio sonrisa natural…
 
Marc, por su parte, es el típico tío que jamás pensé que podría gustarle. Mide 1,90, es moreno, ojos verdes y con una barba corta que perfila los rasgos de su cara A la perfección. Tiene un aspecto de cani que no se aguanta jajaja Cejita partida, piercing en la lengua, maneras algo rudas… es un machito de 23 años que pone perrisimo a mucha gente.
 
Una vez introducidos nosotros, os pongo en contexto. Tengo por costumbre pedir cena los domingos, y esta semana me apetecía una hamburguesa con patatas y un helado. Así que abrí Glovo y me dispuse a pedir la cena. Una vez que acabo me asignan un repartidor y al ver su foto me pareció guapísimo, con un rollo muy interesante y me sonaba de algo… de Grindr. y, cómo no, fantasee con la posible historia tórrida, pero sabía que era eso, una fantasía.
 
Al cabo de un rato, llega el repartidor y sube a casa. Ahora ya no lleva mascarilla la mayoría, así que era él al 100%. Me pilló muy asombrado cuando al irse me dijo «Adiós, guapo». Un calor subió desde mi entrepierna hasta la cara, poniéndome rojo inmediatamente. Entré en casa y cené. Al irme a dormir abrí Grindr a ver qué se cocía por la app pero sin objetivo claro. Después de un par de minutos navegando por la tabla de la app, ahí estaba el perfil del repartidor en la sección de Novedades: Marc, 23 años.
 
 Tenía 3 fotos: una de cara bien cerca, que estaba guapísimo, aunque con pinta de tío chungo; otra de cuerpo entero de fiesta, en vaqueros y sudadera; y otra sin camiseta donde se podía ver el cuerpo de dios griego que tenía, con unos hombros proporcionados pero fuertes, unos pectorales sobresalientes y algo que me volvía loco: unos brazacos importantes y bien torneados, como sus abdominales. Era el típico tío que no se fijaría en un gordito como yo, pero me equivoqué con Marc.
 
Decido hablarle con un simple «Hola, ¿qué tal?» y al cabo de un rato me contesta: «Hola, guapo, acabo de dejarte la cena, ¿verdad?». SE ACORDABA DE MI. En ese momento pauso la película que estaba viendo en la tablet y me siento en la cama, concentrándome en la conversación. Estuvimos chateando unos 5 minutos hasta que me propone venir a mi casa para conocernos cuando acabe el turno. Le digo que sí y me meto en la ducha directo para lavarme s conciencia rabo y culo. Salgo de la ducha, me seco y me pongo una camiseta limpia y unos pantalones cortos de deporte sin nada debajo, como siempre, porque «libres domingos y domingas», ya lo dijo Homer Simpson.
 
Marc sabía donde vivía, así que no hace falta saber su ubicación o dirección. Toco el timbre y me pongo nervioso, pero ya estoy cachondo, lo noto en mi entrepierna abultada y mi culito palpitante. En ese momento me acuerdo de que tengo unos suspensorios nuevos que quiero estrenar y no he tenido ocasión. Rápidamente, antes de que llegue Marc a mi noveno piso, me los pongo y salgo a la puerta para recibirlo. Se abre el ascensor y allí estaba ese cani que tan cachondo me pone. Llevaba su patinete, casco y mochila de repartidor. Nos saludamos con algo de vergüenza, pero, a la vez, sin remilgos, con un choque de manos como si fuéramos amigos de siempre y un abrazo corto pero con roce cercano. Yo ya estoy cachondo perdido perdiéndome en el aroma intenso de su colonia en el cuello. Tenía ya ganas de pasar mi lengua lentamente por su cuello hasta llegar a su oreja para comerle el lóbulo mientras le jadeo en el oído. Pero eso viene después.
 
Le veo algo cansado, así que le ofrezco un sitio en el sofá y la posibilidad de ducharse, porque es evidente que va sudado. Marc, muy educadamente pero incómodo me acepta la propuesta. Le ofrezco una toalla limpia y algo de ropa cómoda, que claramente le viene enorme, pero no le importa me dice. Esperaba que entrara al baño a desvestirse pero me equivocaba. Se desnuda completamente en el salón, delante de mí, coge la toalla y se va al baño. Le indico cómo va la ducha desde fuera y cierro la puerta al acabar. Tarda pocos minutos en ducharse y al poco de cerrar el grifo sale del baño aun empapado pero envuelto en la toalla, atado a la cadera y chorreando agua de cabeza a pies. Si me hubieran tomado la temperatura, yo habría tenido fiebre seguro.
 
Le digo que puede vestirse tranquilamente en la habitación pero él declina mi propuesta y con una cara de pillo alucinante, se quita la toalla y me dice «creo que no me hace falta tanta ropa». Viene hacia mí y con su cara pegada con la mía me suelta «pensé que no iba a comerme un osito como tú nunca». En ese momento yo no puedo hacer otra cosa que comerle la boca a saco. Un beso largo, intenso y con fuerza, jugando con ambas lenguas en tensión recorriendo nuestra cavidad oral.
 
Marc está completamente desnudo y yo llevo unos suspensorios que aprisionan mi erección bajo el pantalón de deporte que llevo. No paramos de restregarnos el uno contra el otro mientras nos besamos, hasta que Marc me empuja y caigo sentado en el sofá, con la cara justo a la altura de su rabo, que, aunque de dimensiones normales, me parece precioso. Tiene una forma que invita a meterlo en la boca y se ve claramente que solo puede dar placer, «eso daño en el culo no hace» pienso al instante. Yo ya estoy rabioso de calentura, así que me bajé los pantalones y me quedé en camiseta y suspensorio. 
 
Marc se acerca a mi oído y mientras me va quitando la camiseta me susurra «menos camiseta y más enseñar ese cuerpo, que me tienes el rabo durisimo» y me mordisqueó levemente el lóbulo de la oreja al acabar la frase. No se había incorporado del todo cuando mi boca ya estaba pegada a su abdomen tragándome su polla.
 
Le hago la mamada que mejor sé hacer en ese momento y se me ocurre agarrarme a sus nalgas y jugar con su agujerito peludo mientras lo hago. Parece que le gusta porque le palpita al mismo ritmo que a mi, así que me atrebo a meterle un dedo en la boca y poco a poco bajarlo hasta llegar de nuevo a su orificio anal. lo acaricio mientras se la estoy comiendo y en uno de esos movimientos de contracción-relajación de ano, le meto el dedo que él mismo ha lubricado. Marc emite un ligero bufido diciendo algo que no alcanzo a entender, pero supongo que es de placer, porque con todas sus fuerzas empuja mi cabeza haciendo fuerza contra su cuerpo y su pene toca el fondo de mi garganta. Los ojos se me inundan de lágrimas pero yo sigo dándole placer con mi boca y mi dedo sigue explorando su recto.
 
De una, saco mi dedo de su culo y me deja libertad para respirar, me mira fijamente y me dice «esos ojos me encienden, perdona osito», y me come la boca de forma cariñosa pero intensa. En ese momento me hace levantar del sofá y quedo a su disposición y me aseguro de que lo sepa diciéndole a la cara con mi boca pegada a la suya «o me follas ya, o te follo yo ya». Al instante, mi repartidor favorito sonríe de forma pícara y algo se enciende en su mente. Le cambia la cara y parece un hijo de puta. Se ríe levemente mientras me amasa el paquete en el suspensorio y tira de la cuerda trasera soltándola. Al ser elástica me golpea el culo al tomar su forma natural y me susurra «si quieres que te folle, prepárate». Le sonrío y le muerdo el labio inferior mientras le pajeo levemente su rabo, que ya está durísimo.
 
Marc me coge del elástico trasero del suspensorio y me dice que le lleve a la cama. Le obedezco y me lo llevo al dormitorio. Una vez en la cama, bruscamente me da la vuelta y se pone a comerme el culo mientras yo no paro de retorcerme de placer y frotarme contra el colchón. Debo de llevar el suspensorio totalmente mojado en precum pienso, pero lo confirmo cuando en uno de mis movimientos noto cómo de pegajoso está mi rabo en la tela del suspensorio. Marc sigue comiéndome el culo a tope. Lo hace increíble cuando noto que para. Echo la vista hacia atrás y está de pie, pajeándose mientras me contempla. Me doy la vuelta y me saco la polla de la tela del suspensorio. La tengo dura, hinchada y mojadisima
 
Sexo gay
Marc dice al aire «increíble, esta noche me ha salido perfecta». Se abalanza contra mí y empieza a hacerme una mamada con alta pericia. Ese piercing en la lengua me vuelve loco al notarlo contra mi frenillo mientras sube y baja su mano por mi tronco. En un momento dado noto cómo algo intentaba penetrar mi agujero lubricado en saliva y es que Marc ha decidido dilatarme más con sus dedos. Uno entra con facilidad, dos también, al tercero le cuesta un poco más pero me entran hasta 4 mientras va comiéndome el rabo.
 
Ya no puedo más y se lo hago saber. Le digo que me voy a correr si sigue así y él no para. Me mira, saca mi polla de la boca y me dice «me da igual si aguantas poco, quiero que seas tú al 100% y nos disfrutemos al 300%». No hay más wue decir, yo poso mi cabeza en la almohada, me abro de piernas, pongo mis brazos bajo mi cabeza y me dejo llevar hasta que me corro con 3 dedos de Marc estimulando mi zona anal.
 
 Le inundo la boca de lefa, pero no deja ni una gota en el exterior. Creía que se la había tragado toda cuando sube y me besa soltándose toda mi carga de semen en mi boca. Su polla sigue igual de dura, el muy cabrón es un puto follador. Con la respiración agitada le pido perdón por no haber avisado de que me corría y él, con esa seguridad y masculinidad que le caracteriza me contesta «no pidas perdón por ser tú, ahora me toca a mi».
 
Marc recorre mi cuerpo besándome y lamiendome hasta que llega a mi culo de nuevo, pero sin perder contacto visual, algo que me pone especialmente. Es entonces cuando echa un lapo a mi agujero, lo lame y se incorpora. Sube mis piernas a sus hombros, se acerca y se inclina hacia mí. Totalmente pegados y abrazados nos besamos cuando de una estocada mete su polla en mi culo. Ahogo mi gemido en su boca, no para de besarme hasta que su polla se acomoda a mi interior.
 
 Nos despegamos y empieza a follarme en misionero, mirándome a la cara sonriendo, mordiéndose el labio y apretando fuertemente sus dientes haciendo que su músculo mandibular se marque más todavía. Esa imagen aún perturba algunos momentos de tranquilidad en mi vida actual. Estoy tan cachondo que podría correrme de nuevo sin que me toque, pero no va a pasar… eso es de peli porno. No cambiamos de postura, pero no es necesario, estamos cómodos los dos así. En un momento dado, noto como la polla de Marc se hincha todavía más en mi recto golpea mi glándula prostática, algo que me vuelve loco y, según él, hace poner mis ojos en blanco. 
 
Marc murmura algo que cada vez lo dice con mayor intensidad... me corro joder!! En ese momento, se abalanza de nuevo contra mi y besándonos apasionadamente rellena el interior con su lefa caliente y espesa. Contraigo mis músculos anales para que sienta más placer y hasta tiembla. Yo noto una sensación rarísima y es que, a la vez que nos besamos, por la postura que ocupamos, mi polla roza su abdomen. Ambos notamos algo y con un gemido que emana de mis profundidades, me vuelvo a correr con mi rabo tieso aprisionado entre nuestros cuerpos.
 
 Lo ha conseguido, me he corrido sin tocarme, aunque con el ligero roce de nuestros cuerpos. Ambos nos miramos y nos reímos, él me besa, yo le beso y cae rendido a mi lado. En eso, felicito a Marc por su polvo, hacía mucho que no follaba así con nadie y él me contesta «Gracias osito, hacía mucho que no encontraba a alguien para sentirme tan cómodo». Nos besamos y del cansancio nos dormimos. A la mañana siguiente repetimos pero corto, que nos teníamos que ir a trabajar los dos.
 
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DISFRUTAD...