Hola a todos, me llamo Julián, tengo 32 años y desde que tengo uso de razón siempre me ha gustado la dominación femenina, sentirme como un esclavo y ser humillado y castigado por una mujer dominante. Con el paso del tiempo fui adquiriendo nuevos gustos y crear mi fantasía, que no era otra que ser secuestrado - encerrado y ser sometido a castigos y humillaciones. Nunca pude realizar esa fantasía y ya incluso la había olvidado con el paso del tiempo, hasta que un día se presentó mi gran oportunidad.
Leí un anuncio en una página de contactos bdsm.soloadultosdating.com (por si queréis echar un vistazo...) que decía "busco esclavos para cautiverio - secuestros y someterlo a tormentosos castigos" . No dudé ni un segundo y rápidamente contesté al anuncio. Unos días más tarde obtuve respuesta. La mujer al otro lado del anuncio me citó para conocernos. Quedamos en un lugar discreto público, en concreto en un bar muy tranquilo. Llegué antes de tiempo debido a mi nerviosismo, pedí una bebida y me senté a esperar. 20 minutos más tarde de la hora acordada llegó una mujer mucho mayor que yo, desconozco su edad pero superaría los 60 años, con un cuerpo voluptuoso y quizás obeso, pelo muy cortó negro y rizado que dejaba al descubierto su rostro con arrugas y un semblante muy serio. No se si esperaba alguien joven o quizás mayor, pero lo que vi me gustó.
Estuvimos hablando mucho tiempo, la señora llevaba la voz dominante y marcaba las pautas de la conversación. Me explicó lo que estaba buscando, que coincidía exactamente con mi fantasía. Rápidamente me ofrecí y le dije que estaba dispuesto a realizar la fantasía de secuestro. La señora por el contrario me declinó, dijo que no era lo que buscaba, era muy joven y no era completamente masoquista, ya que ella buscaba alguien con una tolerancia muy alta al dolor y sus duros castigos. Quedé completamente desilusionado pero no perdí la esperanza.
Días después continué escribiéndola y llamándola por teléfono. Insistí que era la persona adecuada y estaría a la altura de las circunstancias. La señora seguía rechazándome, yo por el contrario seguí insistiendo y empecé a sobrevalorarme, con un tono chulesco comencé a afirmar de forma rotunda que aguantaría cualquier tipo de castigo. La señora Pain, el cual era su nombre o apodo, comenzó a enfadarse de verdad con mi actitud y prepotencia. Una muestra de nuestras conversaciones fue así:
- No estás preparado para lo que yo busco - Me dijo la señora Pain.
- claro que lo estoy señora, aguantaré sus castigos sin problemas- Afirmaba de forma chulesca.
- No aguantarías ni dos horas en mi cautiverio como para aguantar 24 horas que es lo que busco - volvió a recriminarme.
- Aguantaría 48 horas si es necesario, no me da ningún miedo - Respondí de forma prepotente.
Finalmente mis insistencias dieron resultado y la señora con un tono enfadado dijo lo que yo estaba deseando escuchar:
- Está bien, tú te lo has buscado, serán 48 horas y yo fijaré las normas, vas a lamentar tu chulería y haberme ofendido - Me dijo de una forma muy seria.
Unos días más tarde recibí en mi correo electrónico un documento, era un contrato para realizar la fantasía, en él exponía todas sus normas. Si quería seguir adelante con la fantasía debía aceptar el contrato y firmarlo. Era extenso pero puedo resumir lo más importante:
- Permanecerás atado y amordazado las 48 horas de la forma que yo considere oportuna.
- Usaré los castigos y humillaciones que considere pertinentes y serán de gran dureza, afirmaste aguantarlos y utilizaré un nivel alto y doloroso.
- Será en el lugar que yo elija, es decir en mi finca.
Así hasta unos 40 puntos, había algunos límites que ya habíamos hablado y finalmente el último punto y recalcado con letra negrita y más importante:
- Una vez firmado el presente documento no habrá vuelta atrás. No podrás detener el secuestro cuando te plazca, no terminará hasta pasadas las 48 horas, aguantas el dolor sea el grado que sea sin poder hacer nada para detenerlo. No me harás perder el tiempo. El secuestro- cautiverio será completo y no podrás escapar hasta transcurrido el tiempo.
El documento pretendía asustarme y lo consiguió, pero no había nada que me convenciera para lo contrario, estaba deseando y dispuesto a realizar la fantasía tan añorada.
Unos días más tarde recibí la última llamada de la Señora Pain, me dio una dirección, era una casa de su propiedad en un pequeño pueblo aislado. Me dijo un día y la hora, tenía que llevar el documento firmado y entregárselo.
- Estoy completamente preparado señora, aguantaré todo sin problemas, jajaja -comencé a reírme, volvió a lucir mi chulería y prepotencia, algo que no le gustó en absoluto a la señora.
- Te aseguro que voy a ser más dura de lo habitual contigo, eres un joven imbécil, vas a vivir una verdadera pesadilla, te las voy a hacer pagar todas juntas, voy a divertirme mucho - Me dijo en un tono muy serio y amenazador.
Llegó el día de la tan ansiada fantasía. Me presente en el lugar indicado. Un pueblo a las afueras de la ciudad, hacía mucho frío y no se veía a casi nadie por sus calles. Tardé en encontrar el lugar pero finalmente lo encontré. Llamé a la puerta y me recibió la señora Pain. Me invitó a pasar, se sentó y me invitó a sentarme frente a ella. Le entregué el documento firmado y ella me dio mis primeras órdenes.
- Ves el final de ese pasillo, tras esa puerta, hay unas escaleras, bajarlas y espérame en el sótano completamente desnudo y de rodillas en el centro - Me ordenó.
Obedecí de inmediato, abrí la puerta y aparecieron unos escalones, al final de las escaleras había una segunda puerta de madera resistente. Abrí la segunda puerta y apareció ante mí un lúgubre sótano. No era muy espacioso pero tampoco pequeño. Había un armario situado al fondo del sótano con varios cajones, una silla a un lado y lo más sorprendente, una cadena gruesa de metal colgaba del techo en el centro de la habitación. Me desnudé por completo y esperé de rodillas en el centro de la habitación tal como me había ordenado la señora Pain.
Unos minutos más tarde, escuché unos pasos bajando la escalera. No pude evitar la tentación y giré la cabeza para observar a la señora Pain. Había cambiado por completo su atuendo. Iba vestida de una forma siniestra que me produjo cierto temor. Una bata blanca de doctora o enfermera hasta sus rodillas, cubría por completo su cuerpo, le quedaba un poco ajustada y denotaba su enorme peso, era de manga larga hasta sus muñecas. Llevaba unas medias negras muy oscuras de lycra que cubrían sus pies calzados sobre unas sandalias negras de tacón muy fino. Entró en el sótano y cerró la puerta con llave por dentro quedando ambos encerrados, con la diferencia que ella guardó las llaves en el bolsillo de su bata.
Se dirigió hasta el armario situado al fondo, podía ver todo lo que había ya que estaba frente a mí. Abrió el armario y agarró unas esposas de metal. Se acercó hasta mí con ellas en la mano y me ordenó poner las manos a la espalda. Se inclinó y rodeó mis manos con las esposas situadas a mi espalda. Escuché un ruido metálico al cerrar las esposas y atenazar mis manos. Al instante sentí un dolor muy fuerte, cerró las esposas con gran dureza. El metal atenazó la piel de mis muñecas de forma dura. Ahhhhhhhh , no pude evitar quejarme, las apretó demasiado fuerte.
- Duelen ¿ verdad ?, pues te dolerá mucho más cuando lleves horas con ellas puestas - Me dijo de forma seria y dura.
- si, están muy apretadas - Me quejé .
- No lo suficiente- Se volvió a inclinar y las apretó una vuelta más. Esta vez el dolor aumento considerablemente. Ahhhhh Volví a quejarme más fuerte.
- Cállate imbécil, esto no es nada con lo que te espera - Me dijo duramente.
La señora agarró mis manos esposadas a la espalda y las elevó hasta la cadena que colgaba del techo situada justo encima mía. Ese movimiento me hizo inclinar mi cuerpo, agachar el cuerpo y cabeza y elevar las manos. Agarró un candado y sujeto las esposas a la cadena gruesa para mantener en vilo mis manos. Cerró el candado con llave y se la guardó. Acto seguido agarró del armario unas tobilleras de piel y me las colocó rodeando mis tobillos, cerró las hebillas apretándose bien y para mi sorpresa había unos ganchos clavados en el suelo.
Sujetó a los ganchos del suelo manteniendo mis pies bien sujetos al suelo sin poder moverlos. Sacó más candados y sujetó las tobilleras a los ganchos con los candados. ¿Cuántos candados tenía la señora? , no hacía nada más que sacar candados y encadenarme .En apenas un minuto estaba esposado con las manos a la espalda y sujeta por un candado a la gruesa cadena que pendía del techo y mis pies encadenados al suelo a unos ganchos separados a cada lado. ¡¡Estaba totalmente atado de pies y manos!! Intenté desatarme, comprobé la dureza de las cadenas y los ganchos. Comencé lentamente y finalmente fui ejerciendo más y más fuerza pero el resultado fue el mismo, no podía moverme, estaba totalmente atado de pies y manos. Tenía anclados los pies al suelo y las manos esposadas a la cadena del techo. La señora se dió cuenta que estaba intentando desatarse:
- Inténtalo cuanto quieras, no vas a poder, me he asegurado que no puedas escapar - Me confirmó lo que ya intuía.
La señora Pain quedó completamente satisfecha al verme completamente inmovilizado. Giré la cabeza y observé como la señora introducía sus manos en el bolsillo de su bata blanca y sacaba unos guantes de goma domésticos de color amarillo de los que se usan para fregar los platos. Comenzó a enfundarse los guantes en sus manos, escuché el inconfundible sonido de la goma que producían sus guantes. Me fijé que eran una talla pequeña para el tamaño de sus manos y brazos, no paraba de chirriar la goma al intentar entrar en sus manos. La quedaban terriblemente ajustados, ¡¡no entraban en sus manos ¡¡. Tras su esfuerzo consiguió introducir las manos en sus guantes de goma. Intuí que los llevaba tan apretados para darla facilidad de movimientos en sus manos. Tiró finalmente del extremo de sus guantes de goma y encajaron por completo en sus manos. Se dirigió hacia mí con sus manos enguantadas:
- Ahora te voy a castigar duramente como te mereces, te voy a enseñar a no ser tan chulo, vas a lamentar tu chulería - . Me recriminó duramente.
Se acercó hasta el armario y agarró un cinturón muy pesado de cuero. Lo agarró con sus poderosas manos enguantadas y se golpeó suavemente sobre su mano produciendo un chasquido " zaaaassss " para intimidarme.
- Dijiste que estabas preparado y soportarías todos mis castigos, pues ahora lo comprobaremos, voy a romperte el culo a correazos - Me amenazó de forma muy seria.
- Bueno eh.... ya sabe que... lo dije por... - Traté de excusarme ante mi miedo.
La señora se inclinó hacia mi rostro y con un tono retórico me habló:
- Ah... se me olvidaba... te dije que estarías amordazado y no aguantaría tus quejidos y llantos - Me dijo burlándose.
Se colocó frente a mí y observé cómo bajaba sus bragas por debajo de su bata blanca. Deslizó sus bragas blancas por sus grandes piernas y las sacó por sus sandalias. Hizo un ovillo a las bragas estrujándolas con su mano y las acercó a mi rostro. Quedé atemorizado al comprobar lo sucias que estaban, tenían tonos amarillos y marrones de suciedad. Quedé aterrado:
- No señora, no me quejaré, ni gritaré... - La dije para tratar de disuadir que me amordazara.
La señora se colocó sobre mí y se sentó en mi espalda rodeándome entre sus piernas. Su brazo izquierdo me rodeó mi cuello y su mano derecha atenazó mi nariz, cerró fuertemente mi nariz con la yema de sus dedos. Al cabo de unos segundos no tuve más remedio que abrir por completo la boca si quería respirar. Fue el momento en que su mano derecha forzó sus sucias bragas al interior de mi boca. Utilizó su fuerza para forzar sus bragas y entrarán dentro de mi boca. Aumentó la presión en sus dedos y forzó las bragas hasta el interior de mi boca mientras continuaba tapándome la nariz. Empezaba a quedarme sin aire y sentir una sensación de asfixia pero ella continuaba tapando mi nariz y forzando sus grandes bragas al interior de mi boca. No entraban en mi boca pero ella continuaba forzándolas más y más, hasta que finalmente las introdujo hasta la garganta. Sin soltar mi nariz con su mano enguantada continuó alargando mi sensación de asfixia a la vez que me hablaba:
- Te deje bien claro que aplicaría un nivel de castigos muy alto, pero tú te burlaste, no pienso aguantar tus gritos, llora en silencio cuanto quieras. No me detendré te lo aseguro, lo firmaste, vas a soportar mis castigos y un intenso dolor te lo prometo - . La señora liberó finalmente mi nariz y respiré exhausto por la nariz, creía que me asfixiaba.
Comprobé como tenía sus bragas hasta el fondo de mi garganta y rellenaban por completo mi boca. Intenté gritar o pedir perdón pero fue imposible, no conseguía emitir sonido alguno. Estaba terriblemente amordazado, solo degustaba el sabor amargo de sus bragas sucias. No paraba de degustar un fuerte hedor de sus bragas y no podía emitir el más leve sonido. Impotente observé como la señora agarraba un rollo de cinta americana de color gris. Pegó un extremo sobre la comisura de mis labios y acto seguido comenzó a tapar mi boca con la cinta y rodear mi cabeza con ella. Dió una vuelta con la cinta sobre mi boca y cabeza y posteriormente dió otra más, se aseguró que estuviese tensa la cinta y apretó mi boca. Conté seis o siete vueltas con la cinta sobre mi boca y cabeza. Me apretaba la cinta e impedía que pudiese escupir sus bragas que las tenía hasta el fondo de mi garganta.
La señora agarró su pesado cinturón y se colocó detrás de mí:
- Insististe, te burlaste de mí, dijiste que aguantarías todo y me menospreciaste, ahora te lo voy a hacer pagar caro. Voy a romperte el culo a correazos, no podrás sentarte durante mucho tiempo. Te aseguro que esto te va a doler y mucho. Voy a darte 100 correazos en tandas de 10, cada tanda será más dura que la anterior, subiré la intensidad - Me recriminó duramente aumentando mi temor.
Comenzó a azotándome con su correa.
Zasssss, aaaasss, Zaaaaasss.
No eran especialmente duros sus correazos pero en la segunda tanda comenzó a subir de intensidad. En la tercera aumentó aún más su dureza, en la cuarta comenzaron a ser muy duros y en la quinta el dolor era muy intenso. Tan intenso que se me escaparon mis primeras lagrimas por mi rostro. Traté de pedirle perdón y suplicar pero no podía emitir sonido alguno, tenía sus bragas hasta el fondo de mi boca y no podía articular palabra alguna. La señora se detuvo en la quinta tanda, comenzó a pasear alrededor de mi mientras me hablaba duramente:
- ¿ya estás llorando? empiezas pronto. Ahora empieza lo realmente duro Ahora es cuando de verdad disfruto azotando a un esclavo. - La señora se situó detrás de mí de nuevo. Alzó su poderoso brazo y continuó azotándome. Su sexta tanda fue muy dura, el dolor era muy intenso, pero nada comparado con la siguiente tanda. Sentí un dolor insoportable y no paraba de llorar. La señora volvió a detenerse, se situó a mi lado y noté como su mano atenazaba mi pelo, cerró su mano enguantada sujetando mi pelo y tiró hacía atrás provocándome un dolor muy fuerte tomándome de mi pelo. Mantuvo su mano sujetando mi pelo provocando un intenso dolor mientras comenzó de nuevo a azotarme. Los correazos se volvieron insoportables, eran muy dolorosos, era un aguijón de avispa sobre mi piel. Me ardía el trasero, sentía una quemadura en mi piel, me ardía. Me azotó mas y mas duramente, era insoportable tanto dolor.
La señora Pain continuó sujetándome por el pelo mientras continuaba propinándole sus correazos, tiraba con mucha fuerza a la vez que me azotaba duramente. ZAAAAAAAAAAAAAASSSSSSS
Lloraba y lloraba pero a la señora no le importaba en absoluto. Finalmente me soltó mi cabello y se separó de mí unos pasos.
- Última tanda, esta es la que más me gusta y disfruto. Contigo voy a ser especialmente dura, eres un chulo y engreído , seré más dura que habitualmente soy, ¿ no aguantas todo y te burlabas ? - La señora levantó su brazo, tomó impulso y descargó su correa contra mi culo. ZAAAAAAAAASSSSSS, el dolor fue insoportable, noté como me quemaba el trasero. La señora volvió a levantar su corra y continuó azotándome. No se detuvo hasta que me aplicó la última tanda. Fue muy doloroso, el dolor fue insoportable, lloraba y lloraba sin parar. El culo me ardía, debía de tener múltiples verdugones y el simple roce del aire me escocía aún mucho más.
- Ahora te dejaré descansar y recapacitar. Tenemos mucho tiempo por delante. Cuando regreses continuaremos con tu castigo. Esto solo ha sido un anticipo, tenemos muchas horas por delante que firmaste- La señora comenzó a reírse y se marchó de la habitación. Cerró la puerta con llave desde el exterior y apagó la luz dejándome completamente a oscuras y encerrado en aquel lúgubre sótano.
Quedé completamente a oscuras encerrado en aquel lúgubre sótano. Mis manos me dolían, llevaba las esposas muy apretadas, mordían con dureza mi piel y era imposible poder quitármelas por mí mismo. La incómoda posición en la que me encontraba encadenado a la gruesa cadena que colgaba del techo me producía estar en una posición muy incómoda y mis pies estaban sujetos a las argollas. Gritar era imposible, sentía sus sucias bragas en mi garganta, me sabía fatal la boca, era repugnante el sabor y no había manera posible de escupirlas. Lo peor era mi culo, me ardía, era un brasero encendido sobre mi piel, lo tenía completamente dolorido.
Mi situación empeoró según iban pasando las horas y continuaba encerrado en el sótano, el dolor se intensificó. Pasaron varias horas hasta que mi captora regresó de nuevo al sótano. Entró en el sótano y cerró la puerta quedando ambos encerrados dentro. Sin mediar palabra hacia mí comenzó a enfundarse de nuevo sus apretados guantes en sus manos. Parecía que sus guantes de goma iban a reventar de un momento a otro en sus manos de lo apretados que le quedaban, pero eso nunca sucedía. Terminó de ajustar sus guantes en ambas manos y se dirigió de nuevo al armario. Agarró algo metálico que en un principio no pude observar que era, pero posteriormente averigüé que eran unas grandes pinzas metálicas. Se acercó hacia mí agarrando las pinzas con una de sus manos enguantadas:
- Me encantan estas pinzas. Producen un dolor indescriptible, no hay esclavo que no llore y suplique. Tu dijiste que aguantaban todo y te burlaste de mí, hoy voy a apretarlas más fuerte que nunca, seré más dura de lo habitual contigo - Me hizo aferrarme de miedo con sus palabras.
Noté su mano enguantada sobre mis pezones. Agarró mi pezón y colocó una pinza sobre él. Sentí un dolor muy fuerte sobre mi pezón. Las pinzas eran de metal duro y apretaban con mucha intensidad. Posteriormente colocar la otra pinza sobre mi otro pezón. Ambas pinzas iban unidas por una fina cadena. El dolor era fuerte pero nada comparable con el dolor que sentí cuando apretó una ruleta que llevaban ambas pinzas , el metal se atenazó mucho más sobre mis pezones y sentí un dolor insoportable. El grito se hubiera escuchado en todo el pueblo pero su mordaza era muy eficaz y no se escuchó el más leve sonido de mi boca. Sujetó con fuerza mi pelo y levantó mi cabeza de un tirón.
- Ahora vas a llevar estas pinzas hasta que me plazca. Normalmente no acostumbro a dejarlas más de una hora pero contigo haré una excepción. Dos o tres horas te harán reflexionar sobre tu chulería. - Me dijo de forma muy seria.
La señora agarró una pequeña cuerda y volvió a dirigirse hacia mí, mientras yo luchaba por el dolor que me causaban sus pinzas, eran muy dolorosas, insoportables, el dolor era tremendo. Agarró mis testículos con fuerza y comenzó a atarlos con la pequeña cuerda, colocó un pequeño gancho en el extremo de la cuerda, desconocía que pretendía pero pronto lo averigué. Colocó unas pesas en el extremo de la cuerda que ataba mis testículos, el peso hizo que estirarse mis testículos y me produjese un dolor tremendo. Ahora aguantaba el dolor de mis pezones y de los testículos, era doble el dolor.
La señora Pain se sentó en la silla que había en el sótano y comenzó a observarme con una sonrisa perversa en su rostro. Disfrutaba observando mi dolor, lloraba y lloraba, era insoportable el dolor de los pezones y los testículos. Ella encendió un cigarro sentada en la silla y disfruto del espectáculo. Los minutos transcurrían y mi situación iba a peor, cada vez era más intenso el dolor, la señora no paraba de sonreír y emitir carcajadas. La señora estaba realmente disfrutando observando. Transcurrió al menos una hora observando mi dolor, no se cansaba de mirar y disfrutar, era realmente sádica. Finalmente se levantó de la silla.
- Es muy tarde, tengo cosas que hacer, pero no te preocupes, tengo una sorpresa para ti antes de irme - . Me dijo con una sonrisa en su rostro.
Sacó de un cajón del armario algo muy diminuto que no llegaba a observar y saber que era. Se acercó con su mano cerrada y con algo en su interior. Se colocó detrás de mí y se agachó. Noté su mano enguantada cerca de mi ano, quedé atemorizado sin saber que me deparaba. Pronto quedó resuelta mi duda.
- Tengo unos supositorios muy entretenidos. Se meten dentro de tu culo y al poco tiempo se derriten y sueltan una sustancia en su interior que provoca un dolor muy fuerte en tu ano, más que la pimienta. La última vez que los usé fue con un esclavo masoquista, y ¿sabes que?, lloraba de dolor. Esto te mantendrá entretenido hasta mi vuelta. Tengo unos asuntos que atender y me llevaran varias horas. - Quedé aterrado al escuchar sus palabras, ¿pretendía asustarme o de verdad eran tan dolorosos aquellos supositorios?, pronto lo averiguaré ya que introdujo dos supositorios dentro de mi ano.
La señora se marchó del sótano dejándome nuevamente allí encerrado. Las pinzas en mis pezones me hacían un daño terrible, las pesas en mis testículos me producían un dolor de huevos bestial, el dolor era por partida doble. Pronto empeoró la situación, tal como me prometió la señora, los supositorios se deshicieron y comenzaron a soltar la sustancia de su interior. Mi ano comenzó a arderme por dentro, sentía fuego dentro de mi ano. Me escocía, ardía, me picaba..... Era una verdadera tortura. El tiempo pasaba muy lentamente, cada minuto parecía que había transcurrido una hora, era insoportable el dolor, nunca había llorado tanto en mi vida de dolor.
Esta vez su ausencia fue mucho más larga, desconozco donde había ido pero me dejó allí encerrado con mi dolor. Comenzaron a transcurrir las horas y continuaba aguantando mi dolor completamente inmóvil y amordazado. Era una auténtica pesadilla hecha realidad. Trataba de gritar pero era en vano, sus bragas no se movían ya que inflan por completo mi boca y las notaba en mi garganta sin poder articular sonido. Solo podía hacer una cosa que era aguantar mi dolor inaguantable.Las horas comenzaron a suceder sin volver mi captora, suplicaba en mi interior que volviese y me libraste de mi
Continuará...